Comunicación
¿Las jirafas vocalizan? Esta es una pregunta que ha generado una serie de mitos que permanecen hasta la fecha. En sitios web basados en fuentes no confiables, se puede leer que “las jirafas son mudas”, por lo que el lector adquiere un conocimiento erróneo que comparte con otra persona, especialmente con los más pequeños de la familia, quienes son los más interesados al momento de visitar un zoológico.
Tal vez cuando hemos visto jirafas en cautiverio no escuchamos algún tipo de sonido proveniente de ellas y damos por hecho de que no hacen ruido.
Las jirafas sí producen sonidos.
Las jirafas no se caracterizan por ser especies muy ruidosas durante toda su vida, pero en determinadas situaciones se comunican con sonidos. Durante el cortejo los machos son los que emiten más vocalizaciones parecidas a una tos, pero ambos sexos tienen la capacidad de silbar, gemir y comunicarse mediante algunos infrasonidos cuando se encuentran a largas distancias, razón por la que no siempre podemos escuchar.
Algunas personas que han tenido la oportunidad de oír sus vocalizaciones aseguran que no son muy agradables y pareciera que no provienen de esos animales tan visiblemente tranquilos. Es similar al sonido de una vaca pero un poco más agudo.
Las crías y jóvenes son muy vocales cuando se encuentran en peligro. Ante la presencia de un felino, hiena u otra amenaza, realizan una serie de sonidos continuos para llamar la atención de la madre. Una vez que el peligro se ha ido, se mantienen en tranquilidad.
La comunicación no verbal expresada con movimientos del cuerpo es importante dentro de las manadas. Los miembros reconocen al macho dominante por medio de su postura. Cuando mantienen el cuello recto, la cabeza en alto y las patas firmes significa que está compitiendo contra otro macho para medir su nivel de dominio. Cuando las jirafas están en comportamiento de sumisión, la cabeza y las orejas se mantienen hacia abajo.
Comportamiento
Prefieren alimentarse en horas de la mañana y la tarde para tener una visibilidad óptima que les advierta de los depredadores. Descansan en varias posiciones; algunas se mantienen paradas y otras se recuestan en el suelo con sus cuatro patas dobladas y la cabeza firme para vigilar su alrededor; o bien, existe otra posición que resulta muy peculiar y es una de las más ejecutadas por las crías: dejan reposar todo el cuerpo en el piso y para descansar el cuello lo llevan hacia atrás apoyándolo en una de sus patas traseras. Pareciera que están totalmente incómodas o torcidas, pero esa es la curiosa manera en la que descansan para recuperar energía.
Viven en manadas inestables de 10 a 20 individuos.
Estructura social
Son animales sociales que viven en manadas inestables de 10 a 20 individuos, aunque se han observado de hasta 50. No tienen vínculos sociales muy fuertes como otras especies animales (exceptuando a las madres con sus crías), ya que cada miembro de la manada puede abandonar la agrupación a voluntad. Están conformadas por hembras, jóvenes, crías, y algunos machos. Hay ciertos individuos que prefieren permanecer de manera solitaria, en especial los integrantes del género masculino que son menos sociales que las hembras.
Los machos emplean batallas donde la cabeza y el cuello se convierten en armas; esto se conoce como “necking”. No se realizan por cuestiones de territorio, ya que no se caracterizan por ser territoriales, sino para evaluar fuerza entre ellos. Esto puede llevar varios minutos y por lo general no concluyen en tragedias, pero sí pueden sufrir algunos daños físicos.
Se puede decir que entre machos existe cierta cordialidad, ya que una vez que terminan el enfrentamiento pueden convivir pacíficamente en un mismo territorio, a diferencia de otros animales donde el vencedor persigue al perdedor hasta que se aleja por completo.