Vivir en África es todo un reto. Estar rodeado de animales peligrosos, carnívoros y expertos cazadores es un juego de azar donde cualquiera podría ser vencido. Las jirafas no poseen garras, colmillos filosos o cornamentas puntiagudas para defenderse, pero cada animal que vive en la vida salvaje está equipado por una anatomía que les da cierta ventaja ante sus competidores.
Las jirafas se defienden de los intrusos con sus piernas. Estas son sus principales y poderosas armas que las salvarán de la muerte. El impacto del golpe que produce una sola patada en la cabeza o en alguna parte sensible de un descuidado cazador, basta para dejarlo sin vida, pero los depredadores más experimentados son más precavidos ante esos movimientos, y por lo tanto, conocen el momento exacto para atacar.
No son la primera opción de los carnívoros africanos cuando van a buscar alimento. Las jirafas son capturadas cuando otro tipo de presa menos complicada no está disponible. No es una tarea fácil capturar a una jirafa adulta, por lo que es más común que los heridos o las crías se conviertan en el centro de atención, siempre y cuando la madre esté distraída.
Las piernas son sus principales y más poderosas armas que las pueden salvar de la muerte.
Sin embargo, cuando se trata de una manada de leones no hay mucha probabilidad de que alguno salga con vida por muy grande que sea. Estos grandes felinos atacan por detrás, montándose sobre el lomo del animal y ocasionando heridas con sus colmillos y garras para debilitarlos, mientras otros intentan morder las patas para derribarlos y tener aproximación al cuello, la zona clave para asfixiarlos.
Un momento ideal para los depredadores que desean capturar a una jirafa es cuando estas beben agua de lagos y arroyos. El cuello queda a la altura perfecta para que felinos puedan atacar y tomarlas de ahí; y por el lado acuático, los cocodrilos ven más fácil atraparlas en esa posición, ya que de una sola mordida las desequilibran hacia adelante para que caigan al agua. Para evitar tales hechos, las jirafas siempre se turnan para tomar agua en lo que otras vigilan a su alrededor.
Leopardos, hienas y perros salvajes son carnívoros depredadores que representan una seria amenaza para las jirafas. Especialmente para los recién nacidos o muy jóvenes que no tienen la altura, tamaño, fuerza y experiencia necesaria para defenderse. Como sabemos, los leones y leopardos asfixian a su presa por la garganta y los cocodrilos realizan su famoso “giro de la muerte” para matarlas de manera casi instantánea, pero las hienas y perros salvajes suelen comenzar a comer antes de que la jirafa esté muerta. ¿Ahora queda claro por qué se llama vida salvaje?
Los seres vivos más pequeños también ocasionan problemas para las jirafas. Parásitos tanto externos como internos hacen que sean susceptibles a varias enfermedades y de que su calidad de vida se vea afectada, reduciendo más su corta esperanza de vida.
Entre los parásitos externos están alrededor de 15 tipos de garrapatas y las larvas de mosca. En los internos están las solitarias y los tricocéfalos. El ántrax y la peste bovina no son enfermedades que los ataquen de manera común, pero cuando ocurren epidemias algunos quedan ciegos temporalmente o mueren.
Tienen una expectativa de vida de 15 a 25 años en la naturaleza.
El ser humano también es considerado un depredador para las jirafas. Las poblaciones ubicadas al norte han disminuido de forma alarmante por dos razones principales: la degradación de su hábitat natural y la caza furtiva. Esto acontece con mayor frecuencia en Kenia, Somalia y Etiopía, a pesar de que existen parques nacionales que se esfuerzan por conservarlas.
Comparadas con otros rumiantes, las jirafas tienen una expectativa de vida “larga” de 15 a máximo 25 años en la naturaleza.
Defensas contra los depredadores
Las jirafas son los centinelas de las especies herbívoras del África salvaje.
Los adultos sanos son menos vulnerables a ser atrapados por los depredadores debido a cuatro importantes aspectos: son muy grandes, dan patadas mortales, son corredores veloces y tienen muy buena visión que les permite reaccionar con tiempo.
Las crías por su parte, corren el mayor peligro pero tienen la ventaja de poder camuflarse entre la vegetación. Además crecen muy rápido y en poco tiempo alcanzan el doble de su tamaño, lo que les da menos probabilidad de ser blanco de sus depredadores.
Las jirafas son los centinelas de las especies herbívoras del África salvaje. Debido a su altura y a su buena visión, dan aviso del peligro que se aproxima, alertando a otras especies como cebras y avestruces para que tengan oportunidad de escapar.